Como todas las instituciones turcas las escuelas Iman-hatip también tienen su retrato de Ataturk. A primera vista no se diferencian de un colegio convencional, de no ser por el orden, el respeto y la organización de estas escuelas, cualidades devaluadas en los centros educativos convencionales.
“El ambiente sería más degenerado”, “En una escuela normal corremos el peligro de encontrarnos con compañeros que no respetan los valores musulmanes”, explican los alumnos del Anadolu Iman-Hatip lisesi de Beyoglu.
Reuters
Originalmente, los Iman-hatip eran los centros donde se formaba a los imanes de la República, aunque evolucionaron como colegios de educación primaria y secundaria hasta ser parcialmente abolidos a mediados de los 90, tras el golpe militar “post-moderno” que acabó con el gobierno islamista de Erbakan. Por entonces, ya había más de 600 colegios Iman-hatip en el país.
Sin embargo, tras la llegada al gobierno del AKP, en 2002, han vuelto a resurgir estos centros y en la actualidad hay más de 450 escuelas Iman-Hatip en Turquía, educando a más de 120.000 alumnos.
Dos de sus exalumnos más notables son el Primer Ministro Erdogan y el clérigo Fethullah Gülen, además de que un tercio de los miembros del AKP estudió en colegios Iman-hatip.
Si bien no todos los Iman-hatip están relacionados con el movimiento Gülen, ni todos los centros de Gülen son Iman-hatip, lo cierto es que estas escuelas comparten modelo (el jesuita) y ambiciones: educar a los pobres al mismo tiempo que formar las futuras elites.
Así, sus programas están repletos de matemáticas, ciencias naturales, humanidades e idiomas, y las asignaturas como “valores musulmanes” y terbiye (modales) ocupan un lugar parecido al de la religión católica en los centros privados españoles.
Turquía está intentando exportar este modelo a través de la vía política y la religiosa, aunque muchas veces ambas vías van cogidas de la mano. En los últimos meses el gobierno turco ha tomado diferentes iniciativas para su promoción, comprometiendo a Angela Merkel para la apertura en Alemania, solicitando permiso a Sarkozy, negociando con el Embajador de Pakistán e invitando al ministro de educación de Afganistán a visitar los centros.
Farooq Wardak, el ministro afgano, aseguró durante su visita que el modelo de Iman-hatips es un referente a seguir en la elaboración del programa educativo de su país, añadiendo que “un sistema educativo no sólo tiene que ver con la educación, sino que debe ser también una herramienta para luchar contra el extremismo”.
Por la vía religiosa destaca el movimiento Gülen, que cuenta con más de mil centros educativos en cerca de 100 países, destacando sus misiones en Asia Central.
”El movimiento Gülen tiene sólo un líder pero después un montón de ramificaciones. Nosotros estamos en contacto con ellos, ya que buscan el diálogo con otros credos. Creo que no debemos exagerar, sino ser prudentes. De hecho, Gülen ha imitado nuestro sistema con sus programas educativos y tiene escuelas por todo el mundo. Igual que nosotros buscan un sentido a la vida. Nos invitan a colaborar, pero ellos tienen mucha más gente y medios financieros que nosotros. La falta de medios es un problema para nosotros”, nos cuenta Louis Pelâtre, Nuncio apostólico en Estambul.
Fethullah Gülen, de 68 años, lleva una vida ascética exiliado en Pensilvania, desde donde controla un movimiento internacional que cuenta con medios de comunicación, colegios, universidades y grupos financieros, tribunas que utiliza para difundir una ética islámica y la necesidad de recuperar la presencia religiosa en la sociedad.
Oscuro leviatán para unos y sagrado profesor (hodjaefendi) para otros, lo cierto es que Gülen tiene más de 6 millones de seguidores en todo el mundo (según el antiguo Ministro de Interior turco el 70% de los polícias del país son devotos de Gülen).
Gülen, conocido por sus audioguías y por sus lágrimas poéticas durante los sermones, es acusado de tener una agenda oculta para la islamización de Turquía y Asia Central, y sus consejos de ”trabajar pacientemente y guardar silencio” son vistos por sus oponentes como mero uso de la taqiya, un enroque religioso que permite a los musulmanes esconder sus verdaderas intenciones si las circunstancias lo exigen.
Muy presente en Kazajstán, Kirguizia y Azerbaiyán, y perseguido en Rusia y Uzbekistán, el movimeinto Gülen se está extendiendo por Alemania, África y América Latina, y buscan dar el salto a España para difundir su mensaje de ética islámica y sufismo.
En este sentido, la principal organización de Gülen en nuestro país es la Asociación Hispano-turca (AHIT), con sede cerca del Santiago Bernabeu. Recientemente, esta asociación ha organizado una serie de seminarios para ”establecer puentes entre Turquía y España con el fin de fomentar el conocimiento entre ambas sociedades” junto a la Universidad Autónoma de Madrid, la Asociación Española de Orientalistas y el Grupo de Apoyo a la Negociación de Turquía (GANETU).
Gülen vive en EEUU invitado por la CIA y según el teólogo Thomas Michel “este movimiento juega un importante papel para el diálogo interreligioso y la difusión del islamismo moderado”. Lo cierto es que su poder de movilización es asombroso y gran parte de sus miembros son voluntarios que, en cualquier rincón del planeta, trabajan para el movimiento por apenas unas bolsas de productos y dinero que les llegan todos los meses desde Turquía.
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