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viernes, 18 de abril de 2008

03-Culto a María (2/3)

Tratando de justificar tan innecesaria exaltación de María, los lideres católicos han buscando algún fundamento bíblico para sostener esta creencia. Las palabras de Gabriel a María «bendita tu entre las mujeres» (Lucas 1: 28) han sido frecuentemente referidas a este respecto. Seguramente que las palabras de Gabriel indican que María fue favorecida de Dios; pero no le hicieron una persona divina, simplemente porque fue “bendita entre las mujeres”, pues mil trescientos años antes fue pronunciada una bendición similar a Jael, mujer de Heber Cineo (Jueces 5: 24). La Biblia, sencillamente, nos demuestra que María era “bendita entre las mujeres”, pero esto no significa que debemos adorarla, orar a ella, o hacerla una Diosa.

Antes de pentecostés María estaba reunida con los discípulos esperando la promesa del Espíritu Santo. Leemos que los apóstoles «perseveraban unánimes en la oración con las mujeres y con María, la madre de Jesús y con sus hermanos» (Hechos 1: 14). Ciertamente, las escrituras no dicen que los discípulos estaban orando a María; la ilustración que acompaña –tal como es vista en los catecismos católicos[3]– intenta dar a María una posición central. Pero como sabe todo estudiante bíblico los discípulos en esa ocasión no estaban mirando a María; estaban buscando que el Cristo resucitado, quien había ascendido al cielo, les enviase el don del Espíritu Santo.

Nótese también que en el dibujo, no solamente están los discípulos mirando a María, sino que también el Espíritu Santo (en forma de paloma) se ve volando sobre ella. De acuerdo a las sagradas escrituras, la única persona sobre quien el Espíritu Santo descendió en esa forma fue sobre el mismo Jesús, no sobre su madre. Por otra parte, y aunque parezca increíble la diosa virgen pagana, bajo el nombre de Juno era frecuentemente representada con una paloma en su cabeza, como también lo eran Astarté, Cibeles e Isis.[4] Y así, la influencia pagana en tales cuadros, aparece de un modo bien claro.

Otro intento por glorificar a María –exaltarla a un plano que la escritura no le otorga– puede notarse en una doctrina católica, conocida como la perpetua virginidad de María. Esta enseña que María continuó virgen toda su vida. Pero tal doctrina no fue nunca enseñada por Cristo o por sus discípulos como le explica la enciclopedia británica, la doctrina de la perpetua virginidad de María no fue enseñada hasta cerca de 300 años del regreso de nuestro Señor al cielo. No fue sino hasta después del Concilios de Calcedonia, en el año 451, que esta infundada suposición fue aprobada oficialmente por Roma.[5]

Al contrario de las enseñanzas católicas, la Biblia muestra claramente que María no continuó como virgen a través de toda su vida. La Biblia enseña que nuestro señor Jesucristo nació de la virgen María, concebido en virginidad y nacido sobrenaturalmente (Mateo 1: 23). Enfáticamente creemos en el nacimiento virginal de Jesús. Pero después del nacimiento de Él, María dio a luz a otros hijos, los hijos naturales de su unión con José, su esposo.

En Mateo 1: 25 leemos que Jesús fue el hijo primogénito. La Biblia no dice que María haya parido a un solo hijo, sino que nos dice que Jesús fue su primer hijo. El hecho de que Jesús fuera el primogénito, indica que después nacieron de María otros hijos. Siempre en el lenguaje lógico normal, un primero requiere un segundo[6]. Pero fuera de esta línea de razonamiento, las escrituras no dejan lugar a dudas del hecho de que María tuvo otros hijos después del nacimiento de Jesús. Sus nombres son anotados en la Biblia, como sigue: Jacobo, José, Simón y Judas (Mateo. 13: 55). Además de estos hermanos, el versículo siguiente menciona a la hermanas de Jesús. Las gentes de Nazareth dijeron: «¿Y no están todas sus hermanas con nosotros?» (). La palabra “hermanas” está en plural, de modo que sabemos que tuvo por lo menos dos hermanas. Pero si nos fijamos un poco más, veremos que el pasaje indica que Jesús no sólo tenía dos hermanas, sino que por lo menos tenía tres. Notemos que el versículo habla de todas ellas. Esto, definitivamente, implica que la expresión se refiere a tres o más hermanas. Si entonces añadimos tres y cuatro hermanas además de Jesús, resulta que María, tuvo ocho hijos.

El señor Jesús nació de María sobrenaturalmente, por nacimiento virginal, los otros siete hijos que ella tuvo, nacieron normalmente; fueron engendrados por su esposo José. Pero la actitud católica es que José conservó a María como virgen por el resto de su vida. Sin embargo, ella fue virgen según las Escrituras solamente hasta después del nacimiento de Jesús. José no conoció a María hasta después del nacimiento de Jesús. Pero más tarde, José y María tuvieron unión matrimonial y dieron a luz a varios hijos tal como lo enseñan las Escrituras. Estudiando lo que la Biblia enseña, nos damos cuenta de que la doctrina de la perpetua virginidad de María es completamente falsa.

Durante los días de apostasía –para hacer más clara la identificación de María con la madre-diosa que las naciones venían adorando hacía cientos de años–, algunos exagerados admiradores de María comenzaron a enseñar que el cuerpo de María nunca sufrió corrupción, sino que ascendió a los cielos al igual que Jesucristo y que allí sentada hoy en día, como la reina del cielo para recibir culto y oraciones. No fue sino hasta el siglo XX que la doctrina de ascensión de María se proclamó oficialmente como una doctrina de la Iglesia Católica Romana.

Fue tan sólo en el año 1950 que el papa Pío XII declaró que el cuerpo de María no sufrió corrupción, sino que fue llevado al cielo. Obviamente, dicha doctrina de la ascensión de la virgen, no es parte de la doctrina del Nuevo Testamento.

He aquí las palabras de uno de sus admiradores, san Bernardo, que favorecen la posición católica en este aspecto: «En el tercer día, después de la muerte de María, cuando los apóstoles se juntaron alrededor de su tumba, la encontraron vacía. El cuerpo sagrado había sido llevado al paraíso celestial. La tumba no tuvo poder sobre alguien inmaculado. Pero no fue suficiente que María haya sido recibida en el cielo; ella no era cualquier ciudadano ordinario; tenía aún mayor dignidad que el más alto de los arcángeles. María había de ser coronada reina del cielo por el Padre Eterno; ella había de tener un trono a la mano derecha de su hijo. Ahora, día tras día, hora tras hora, ella está orando por nosotros, obteniendo gracia para nosotros, preservándonos del peligro, protegiéndonos de la tentación, llenándonos de sus bendiciones».

Bien puede decirse que el culto a María en su plenitud, está basada en esta creencia de que ella ascendió a los cielos. Pero la Biblia no dice nada en absoluto de tal “ascensión de María”. Al respecto, Juan 3: 13 dice: «Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el cielo, nuestro Señor Jesucristo». El es quien está sentado a la diestra de Dios Padre. El es quien es nuestro mediador. El es quien nos llena de bendiciones, ¡no su madre!

La Biblia no dice nada de orar a una mujer, sea María cualquier otra. Este culto falso es repetidamente prohibido en la Biblia. Las verdaderas oraciones deben ser dirigidas a nuestro Señor mismo. «Porque hay un Dios a si mismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» (1 Tim. 2: 5). La simple idea de orar a María como mediadora y reina del cielo, no es más que un paganismo disfrazado con el nombre de María.

Bibliografía:
[3] Catecismo oficial de Valtimore (n°2). Lección n°11.
[4] Doane, pág. 357.
[5] Vol. 14. pág. 999.
[6] La palabra prototokos, que usa el evangelio, significa claramente primer nacido.

Continua en:
03-Culto a María (1/3)
03-Culta a María (2/3)
03-Culto a María (3/3)

Artículos relacionados:
01-Babilonia: Cuna de falsas religiones
02-Culto a la madre e hijo

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