EE.UU. advierte a Irán por «canal secreto» que habrá guerra si cierra el paso de Ormuz
Estados Unidos lo dijo ayer de forma pública y bien fuerte: «no toleraremos que Irán cierre el estrecho de Ormuz y esto es una línea roja». Pero por si estas palabras del secretario de Defensa, Leon Panetta, y otras cotundentes advertencias lanzadas desde Washington son interpretadas por Teherán como meras bravuconadas, la Casa Blanca ha utilizado un «canal secreto» para hacer llegar directamente la firmeza de su posición al supremo guía de revolución iraní, ayatola Alí Jamenei. Así lo desveló ayer «The New York Times».
No  se trata de conversaciones entre ambos países ni probablemente de  ningún enviado, sino más bien quizá la entrega de una carta, utilizando  la mediación del Gobierno de Suiza, cuya Embajada en Teherán cubre  algunos servicios para EE.UU. (sin Embajada propia desde la revolución  islámica). Washington quiere evitar que una escalada de declaraciones y  acciones acabe conduciendo a un conflicto en el estrecho de Ormuz que  los estadounidenses no buscan ni probablemente tampoco los iraníes, pues  su economía se vería muy afectada. 
Un  bloqueo perjudicaría al comercio internacional del crudo, dado que por  este paso circulan 16 millones de barriles de petróleo diario (el 20%  del que se comercializa diariamente), pero haría más daño al propio  Irán, sin poder exportar ni un barril de su petróleo y sin poder  importar bienes de consumo. «Sería algo suicida», afirma Dennis Ross,  hasta hace poco uno de los principales asesores de Barack Obama sobre la  región.
Ya  el jefe del Estado Mayor conjunto de las Fuerzas Armadas  estadounidenses, el general Martin Dempsey, aseguró la semana pasada que  EE.UU. «pasará a la acción y reabrirá el estrecho» en el caso de que  Irán lo cierre. Un segundo portaaviones norteamericano, el Carl Vinson,  se encuentra ya en el Golfo Pérsico. Aunque el Pentágono precisa que su  presencia, por cuestiones de logística en la guerra de Afganistán, ya  estaba prevista desde hace meses, lo cierto es que los mandos militares  estadounidenses han estado trabajando en la hipótesis de una acción  bélica en ese delicado punto.
Los  militares consideran, de acuerdo con «The New York Times», que Irán  tiene capacidad suficiente para bloquear efectivamente el paso. Aunque  su fuerza naval es muy inferior a la de EE.UU., Irán ha estado  invirtiendo durante años en armas para una «guerra asimétrica». Así, se  estima que ha adquirido al menos 2.000 minas navales, dispone de  numerosas lanchas rápidas fuertemente armadas y cuenta con misiles de  crucero antibarco distribuidos a lo largo de toda su costa. «La  respuesta es simplemente sí, pueden bloquearlo», dijo el general Dempsey  en unas declaraciones en televisión.
En  esa «guerra asimétrica», la actividad de guerrillas la mantendría la  Guardia Revolucionaria, que tiene una Armada propia, separada de la  Armada convencional que en gran medida aún tiene barcos de la era del  Sha. Una acción rápida de la Guardia Revolucionaria en la colocación de  minas obligaría a cesar el tráfico en el estrecho. Barcos de guerra  estadounidenses se podrían ver forzados a retirar las minas en medio del  fuego de misiles desde la costa iraní. 
«Sería  como una pelea con navajas dentro de una cabina telefónica», se  describe desde el Pentágono, recordando las estrechas dimensiones de  Ormuz. En su punto más reducido, el paso tiene unos 40 kilómetros de  distancia. Las fuerzas navales iraníes podrían infligir daños, pero  acabarían aniquiladas, afirman los militares estadounidenses.
Junto  al «canal secreto» establecido para llevar su claro mensaje a la cúpula  iraní, Washington está desplegando otras gestiones diplomáticas. Las de  mayor nivel las está manteniendo estos días el secretario del Tesoro,  Tim Geithner, de gira por Extremo Oriente para intentar reforzar las  sanciones contra Irán. Geithner se ha reunido con los mandatarios de  Corea del Sur, Japón y China para convencerles de que reduzcan la compra  de petróleo iraní. Juntos adquieren el 46% de los 2,5 millones de  barriles diarios que exporta Irán. El mayor comprador de ellos es China  (22%); siguen Japón (14%) y Corea del Sur (10%). De hecho Pekín ya ha  reducido algo sus pedidos, mientras que Tokio y Segúl se han  comprometido a estudiar alternativas.
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