La mente controla al hombre entero. Todos nuestros actos, buenos o malos, tienen su origen en la mente. Es la mente la la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales.
Cada órgano del cuerpo ha sido hecho para estar subordinado a la mente. Es ella la capital del cuerpo. EC 14 (1872)
Los Malos pensamientos destruyen el alma. Necesitamos conocimiento que robustezcan la mente y el alma, y nos hagan mejores hombres y mujeres. La educación del corazón es mucho más importante. El poder convertidor de Dios cambia el corazón, refina y purifica los pensamientos. La mente tiene que entrar en la lucha espiritual. Cada pensamiento debe ser llevado en cautiverio a la obediencia de Cristo. Todos los hábitos deben ser puestos bajo el control de Dios. Carta 123, 1904 EGW
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