"El próximo Encuentro mundial de las familias constituye una ocasión privilegiada para pensar en el trabajo y la fiesta en la perspectiva de una familia unida y abierta a la vida, bien insertada en la sociedad y en la Iglesia, atenta a la calidad de las relaciones además que a la economía del núcleo familiar."
Santo Padre Benedicto XVI.
TEMA DE LAS CATEQUESIS
Familia, trabajo, fiesta. Son las tres palabras del tema para el VII Encuentro mundial de las Familias. Forman un trinomio que parte de la familia para abrirla al mundo: el trabajo y la fiesta son modalidades a través de las cuales la familia habita el «espacio» social y vive el «tiempo» humano. El tema relaciona la pareja de hombre y mujer con sus estilos de vida: el modo de vivir las relaciones (la familia), dehabitar el mundo (trabajo) y de humanizar el tiempo (fiesta).
Las catequesis están articuladas en tres grupos, que en secuencia conciernen a la familia, al trabajo y a la fiesta, introducidos por una catequesis sobre el estilo de la vida familiar. Quieren iluminar el nexo entre la experiencia de la familia y la vida cotidiana en la sociedad y en el mundo.
Parte del programa
LA FIESTA TIEMPO PARA LA FAMILIA
Lectura de la Palabra de Dios
1Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay
en ellos. 2El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y
cesó de hacer la obra que había emprendido. 3Dios bendijo el séptimo
día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que
había creado. 4Este fue el origen del cielo y la tierra, cuando fueron
creados. (Gn 2, 1-4a)
8Recuerda el día del sábado para santificarlo. 9Seis días trabajarás y
harás todos tus trabajos; 10pero el día séptimo es día de descanso
para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni
tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que
habita en tu ciudad. 11Pues en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso
bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado. (Ex 20, 8-11).
en ellos. 2El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y
cesó de hacer la obra que había emprendido. 3Dios bendijo el séptimo
día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que
había creado. 4Este fue el origen del cielo y la tierra, cuando fueron
creados. (Gn 2, 1-4a)
8Recuerda el día del sábado para santificarlo. 9Seis días trabajarás y
harás todos tus trabajos; 10pero el día séptimo es día de descanso
para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni
tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que
habita en tu ciudad. 11Pues en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso
bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado. (Ex 20, 8-11).
Catequesis bíblica
1. El séptimo día de la creación. El hombre moderno ha creado el tiempo libre y ha perdido el sentido de la fiesta. Es preciso recuperar el sentido de la fiesta y, en particular, del domingo, como «un tiempo para el hombre», es más, un «tiempo para la familia».Volver a encontrar el corazón de la fiesta es decisivo también para humanizar el trabajo, para darle un significado que no lo reduzca a ser una respuesta a la necesidad, sino que lo abra a la relación y al compartir: con la comunidad, con el prójimo y con Dios.
El séptimo día es para los cristianos el «día del Señor», porque celebra a Cristo resucitado presente y vivo en la comunidad cristiana, en la familia y en la vida personal. Es la pascua semanal. El domingo no rompe la continuidad con el sábado judío, al contrario, lo lleva a cumplimiento. Por tanto, para comprender la singularidad del domingo cristiano es necesario referirse al sentido del mandamiento del sábado. Para santificar la fiesta, según el mandamiento, el pueblo de Dios debe dedicar un tiempo reservado a Dios y al hombre. En el Antiguo Testamento el séptimo día de la creación y la ley de santificar el sábado están fuertemente entrelazados. El mandamiento del sábado, que reserva un tiempo para Dios, custodia también su intención de crear un tiempo para el hombre.
Después de la obra de los seis días, el descanso es el cumplimiento de la obra creadora de Dios. En el primer día Dios establece la medida del tiempo con la alternancia de noche y día; en el cuarto día Dios crea los luceros, el sol y la luna, para que «valgan de señales para solemnidades, días y años» (Gn 1, 14), en el séptimo día Dios «cesa de toda la labor que hiciera». El inicio, el centro y el final de la semana de la creación están marcados por el tiempo, que tiene su fin en el día de Dios. El séptimo día es el momento del descanso y comunica la bendición a toda la creación. No sólo interrumpe la actividad humana, sino que da la fecundidad conectada con el descanso de Dios. De este modo el culto y la fiesta dan sentido al tiempo humano. A través del culto, el tiempo pone al hombre en comunión con Dios y Dios entra en la historia del hombre.
El séptimo día custodia el tiempo del hombre, su espacio de gratuidad y relación.
La fiesta como «tiempo libre» se vive hoy en el marco del «fin de semana» que tiende a dilatarse cada vez más y asume características de dispersión y de evasión. El tiempo del fin de semana, particularmente agitado, sofoca el espacio del domingo. En lugar del descanso, se privilegia la diversión, la huida de las ciudades, y esto influye en la familia, sobre todo si tiene hijos adolescentes y jóvenes. Le cuesta encontrar un momento doméstico de serenidad y de cercanía. El domingo pierde la dimensión familiar: se vive más como un tiempo «individual» que como un espacio «común». El tiempo libre a menudo se convierte en un día «móvil» y corre el riesgo de dejar de ser un día «fijo» para adaptarse a las exigencias del trabajo y de su organización.
No se descansa sólo para volver al trabajo, sino para hacer fiesta. Es oportuno, más que nunca, que las familias redescubran la fiesta como lugar del encuentro con Dios y de la proximidad recíproca, creando el clima familiar sobre todo cuando los hijos son pequeños.
El clima que se vive en los primeros años de la casa natal queda grabado para siempre en la memoria del hombre. También los gestos de la fe en el domingo y en las festividades anuales deben marcar la vida de la familia, dentro de casa y en la participación en la vida de la comunidad. «No es tanto Israel que ha custodiado el sábado, –se ha dicho– sino que es el sábado que ha custodiado a Israel». Así, también el domingo cristiano custodia a la familia y a la comunidad cristiana que la celebra, porque abre al encuentro con el misterio santo de Dios y renueva las relaciones familiares.
2. El mandamiento de santificar el sábado. El tercer mandamiento del decálogo recuerda la liberación de Egipto, el don de la libertad que constituye a Israel como pueblo. Es un «signo perenne» de la alianza entre Dios y el hombre, del cual participa toda existencia, incluso la vida animal. Participa también la tierra (que tiene su descanso en el séptimo año) y toda la creación (el jubileo, el sábado de los años) (Lv 25, 1-7 y 8-55). El sábado del decálogo, por tanto, tiene un significado social y liberador. El mandamiento no está motivado sólo con la obra creadora, sino también con la acción redentora: «Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí… El Señor tu Dios te ha mandado guardar el día del sábado» (Dt 5, 15). Obra de la creación y memorial de la liberación van unidas.
«Guardar el sábado» significa llevar a cabo un «éxodo» para la libertad del hombre, pasando de la «esclavitud» al «servicio». Durante seis días el hombre servirá trabajando duro, pero el séptimo cesará el trabajo servil a fin de que pueda servir en la gratitud y en la alabanza. El sábado, por tanto, nos arranca del servicio/esclavitud para introducirnos en el servicio/libertad.
En la Liturgia encontramos una estupenda oración (oración sobre las ofrendas del XX Domingo) que nos puede ayudar a encontrar de nuevo la fiesta como cumplimiento del trabajo del hombre: «Acepta, Señor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio [entre nuestra pobreza y tu grandeza], para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo».
El texto invoca el prodigioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza de Dios. Este intercambio se realiza en el encuentro entre el trabajo y la fiesta, entre la dimensión «productiva» y la dimensión «gratuita» de la vida. En casa y en la comunidad cristiana, la familia experimenta la alegría de transformar la vida de todos los días en liturgia viva. En la oración en casa, la pareja prepara e irradia la celebración litúrgica festiva. Si los hijos ven que los padres rezan antes que ellos y con ellos, aprenderán a rezar en la comunidad eclesial.
3. La oración de las ofrendas, que acabamos de recordar, concluye así: merezcamos recibirte a ti mismo. La invocación pide a Dios no sólo la salud, la serenidad, la paz familiar, sino nada menos que su persona. El sentido de la fatiga de los días laborables es transformar nuestro trabajo en ofrenda agradable, como reconocimiento de los dones que hemos recibido: la vida, el cónyuge, los hijos, la salud, el trabajo, cada caída y cada nuevo inicio en nuestra existencia.
La libertad cristiana consiste en la liberación del hombre del trabajo y en el trabajo, a fin de que quede libre para Dios y para los demás. El hombre y la mujer, pero sobre todo la familia, deben inscribir en su estilo de vida el sentido de la fiesta, para vivir no sólo como sujetos en la necesidad, sino como comunidad del encuentro.
El encuentro con Dios y con el otro es el corazón de la fiesta. La comida del domingo, en casa y con la comunidad, es distinta de la de cada día: la de cada día sirve para sobrevivir, la del domingo para vivir la alegría del encuentro. La comida festiva es tiempo para Dios, espacio para la escucha y la comunión, disponibilidad para el culto y la caridad. La celebración y el servicio son las dos formas fundamentales de la ley, con las cuales se honora a Dios y se acoge su don de amor: en el culto Dios nos comunica gratuitamente su caridad; en el servicio el don recibido se convierte en amor compartido y vivido con los demás. El dies Domini debe convertirse también en un dies hominis. Si la familia se acerca a la fiesta de este modo, podrá vivirla como el día «del Señor».
Ver: Programación completa: http://www.family2012.com/es/catequesis.php
Comentario:
He resaltado de color naranja la Palabra Sábado la Biblia es clara y dice que el Sábado es el día de Descanso. Vemos cómo el Catolicismo ha cambiado el día de reposo y quiere imponer su Autoridad haciendo que todos guarden este día falso, día Domingo.Vamos en caminos hacia la ley Dominical muy sigilosamente reeducando la sociedad el núcleo familiar .
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1 comentario:
como engaña esta iglesia (católica) al mundo con palabras muy lindas y sutiles pero nosotros los adventistas del séptimo día sabemos de donde vienen, de aquel que quiere destruir al pueblo remanente de DIOS.Mantengámonos siempre fieles a nuestro SEÑOR JESUCRISTO QUE EL NOS DARÁ LA CORONA DE VIDA... PASE LO QUE PASE VENGA LO QUE VENGA ¡DEBEMOS OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES !
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