Traducir este Blog

Busca en este Blog

martes, 15 de junio de 2010

Transformados a su imagen


Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
(2 Corintios 3: 18.)
Jesús, en su humanidad glorificada, ascendió a los cielos para interceder por nosotros, almas abrumadas por el pecado. "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia" (Hebreos 4: 15, 16). Continuamente deberíamos mirar a Jesús, el autor y consumador de la fe; pues contemplándolo seremos transformados a su imagen, nuestro carácter será hecho semejante al de El. Deberíamos regocijarnos de que todo el juicio ha sido dado al Hijo, porque en su humanidad ha conocido todas las dificultades que acechan a la humanidad.
Ser santificado es participar de la naturaleza divina, captando el espíritu y la mente de Cristo, aprendiendo siempre en la escuela de Cristo. "Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria... como por el Espíritu del Señor". Es imposible para cualquiera de nosotros producir este cambio por nosotros mismos. Es el Espíritu Santo, el Consolador, que Jesús dijo que enviaría al mundo, quien cambia nuestro carácter a la semejanza de Cristo; y cuando esto se ha realizado, reflejarnos como en un espejo la gloria del Señor. Esto es, el carácter de quien mira así a Cristo es tan parecido al de El, que quien lo mira ve el carácter de Cristo como en un espejo. Aunque no lo notemos, cada día nuestros caminos y nuestra voluntad se transforman en los caminos y la voluntad de Cristo, en la hermosura de su carácter. Así crecemos en Cristo, e inconscientemente reflejamos su imagen.
Los profesos cristianos se mantienen demasiado cerca de los pantanos de esta tierra. Sus ojos sólo están adiestrados para ver las cosas comunes, y sus mentes se detienen sólo en las cosas que sus ojos ven. Su experiencia religiosa es a menudo superficial e insatisfactoria, y sus palabras son frívolas y sin valor. ¿Cómo pueden los tales reflejar a Cristo? ¿Cómo pueden irradiar los brillantes rayos del Sol de justicia a todos los rincones oscuros de la tierra? Ser cristiano es ser semejante a Cristo.
Enoc. . . estuvo siempre bajo la influencia de Jesús. Reflejaba a Cristo en carácter, exhibiendo las mismas cualidades de bondad, misericordia, tierna compasión, simpatía, paciencia, mansedumbre, humildad y amor. Su asociación con Cristo día tras día lo transformó en la imagen de Aquel con quien había estado tan íntimamente en contacto.
-Review and Herald, 5 de diciembre de 1912. 13

No hay comentarios:

Páginas Destacadas

Archivo del blog