12/06/10 - 23:51
El mes próximo entra en vigor la polémica norma que habilita arrestos sólo por el color de piel o aspecto. Clarín recorrió la “Ciudad de las Carpas”, la cárcel preparada para alojar a miles de ilegales y habló con el sheriff que los quiere “cazar”.
PorANA BARON
Arizona. Enviada especial
UNIFORMES. LOS USAN LOS “SIN PAPELES” EN LA PRISION HECHA PARA ELLOS EN ARIZONA. DEBAJO, USAN CALZONCILLOS ROSAS “PARA QUE NO SE LOS ROBEN”.
“Tengo a mis hombres listos. El 29 de julio próximo, cuando entre en vigor la ley 1070 haremos una gran redada. A partir de ese momento, todo inmigrante ilegal que se nos cruce por el camino quedará detenido”. El sheriff de Phoenix, Arizona, Joe Arpaio, se frota las manos. La “caza” de inmigrantes ilegales lo apasiona, lo excita, hasta le divierte. “Me acusan de racista, dicen que soy Hitler. Pero mi único interés es que se cumpla la ley. Estar en este país sin documentos es ilegal. Y, ¿sabe una cosa? Soy uno de los hombres más populares de esta ciudad. Mi cargo es electivo. Desde que fui elegido por primera vez en 1992, ya me han reelegido cinco veces”, explica orgullosamente Arpaio a Clarín.
“Los detenidos aquí no pueden ni enviar ni recibir cartas, porque siempre las usan para contrabandear cosas. Sólo pueden usar las postales que les damos nosotros”. Una de las postales muestra a un grupo de mujeres vestidas con sus rigurosos uniformes blancos y negros de la prisión limpiando las calles de Phoenix, con sus pies atados a una cadena. “Mantenga la belleza de Estados Unidos”, dice la postal. “El crimen no reditúa”, dice otra de las postales que muestra una foto del sheriff Arpaio con una gran sonrisa.
La “1070” es una de las leyes antiinmigración mas racistas de EE.UU. Cuando el mes próximo entre vigor, cualquier sospechoso de piel morena o que hable en español podrá ser detenido por los agentes de Arpaio y, si no tiene en su bolsillo los documentos que prueben que ingresó legalmente a EE.UU., será arrestado.
Al ser aprobada, en abril, esta ley provocó reacciones virulentas no sólo en EE.UU., donde hasta el propio presidente Barack Obama la condenó duramente, sino también en México y en toda nuestra región. Se calcula que hay en Arizona 460.000 hispanos ilegales. En la oficina que ocupa en el número 100 de la Calle Washington de Phoenix, el sheriff Arpaio tiene, sin embargo, todo listo para entrar en acción. Detrás de su escritorio hay un cartel que dice: “Hay Lugar”.
“Las cárceles están superpobladas, pero estamos agrandando la “Ciudad de las Carpas”. Tendremos lugar para 1.000 presos más”, dice el sheriff.
Los alambres de púa y las torres de vigilancia se ven desde lejos. Pero la “Ciudad de las Carpas” o “Tent City”, en inglés, no es una prisión como cualquier otra. Los detenidos viven en carpas pese a que la temperatura alcanza los 45 grados, comen sólo dos veces por día y están obligados a usar calzoncillos rosas.
“La razón oficial es impedir que se los roben cuando se van. Porque a ningún hombre le gusta el rosa. Los obligamos también a usar medias y toallas rosadas”, explicó Arpaio a Clarín, dejando en claro que la humillación forma parte del castigo.
“Esto no es un cárcel, es un infierno. No es humano. Nos morimos de calor”, dice a este diario Alfonso Noriega, uno de los presos ilegales. “Me detuvieron por conducir borracho. Hace dos meses que estoy aquí. Perdí todo. Mi trabajo, mi auto, mi casa. Y lo peor es que cuando entre en vigor la ley nos van a poder detener simplemente por ser ilegales… Es una injusticia, ¡¡¡con todo lo que trabajamos!!!”.
Sentado en una de la cuchetas que han sido colocadas prolijamente en línea debajo de una de las carpas verde militar uno de los compañeros de Noriega coincide. “Vivir aquí, es como vivir en un horno”.
Ingresar a la “Ciudad de la Carpas” no fue difícil. Arpaio está muy orgulloso de mostrar su invento. “Cuando me dicen que mis presos viven en condiciones infrahumanas yo les contesto que los soldados en Irak viven en las mismas condiciones y no han cometido ningún crimen. Y no me hable de la separación de las familias. Los ladrones viven separados de las suyas. Los ilegales no tiene porque ser diferentes”.
Arpaio dice en voz alta lo que muchos en Arizona piensan. Por eso, cuando camina por las calles de Phoenix le piden autógrafos. Para sus enemigos es, sin embargo, simplemente un racista. “Aquí el problema no es la situación legal de los hispanos. El problema es que el odio hacia los inmigrantes ha crecido vertiginosamente. ¿Por qué? Porque cada vez somos más y tenemos más poder económico y político. Y también porque el triunfo electoral de Obama aumentó el racismo”, explica a Clarín, el ex senador local Alfredo Gutiérrez, organizador del boicot económico contra Arizona.
“Una de las cosas que repiten una y otra vez los defensores de la “1070” es que ‘We want America back’, es decir que quieren que les devuelvan el país. Pero ¿quién se los ha sacado? ¿nosotros, los inmigrantes? ¿El negro que está en la Casa Blanca?”.
Gutiérrez compara la situación que está viviendo Arizona actualmente con la de la Sudáfrica del Apartheid. Cuenta que la semana pasada pintaron un fresco en una pared para promover la protección del medio ambiente. El fresco tenía la cara de tres niños y uno de ellos era mestizo. Hubo tantas protestas que sus autores tuvieron que pintarle su cara de blanco. “El racismo es abierto”, dice Gutiérrez. “Si bien el boicot perjudica a los propios hispanos, todos están dispuestos a pagar el precio. Antes habían división entre los que ya tienen de tres a cinco generaciones viviendo aquí y los nuevos inmigrantes. Pero esta ley nos ha unido”.
El ex senador Gutiérrez está enojado con el presidente Barack Obama. “Nos dice que no tiene los votos para sacar la ley de inmigración. Pero ni Lyndon Johnson cuando hizo aprobar el Acta de los Derechos Civiles, ni Abraham Lincoln cuando abolió la esclavitud tenían los votos. Lo que tenían era coraje y valentía. Yo estoy realmente muy decepcionado con Obama”, se lamenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario