Dentro de las antiguas naciones paganas, no solamente fueron hechas estatuas de los dioses y diosas en forma humana, sino que muchos objetos eran venerados y tenían un significado simbólico, oculto y misterioso. Un ejemplo de esto se puede ver en el culto a los antiguos obeliscos, uno de los cuales podemos ver en la ilustración que se acompaña.
Diodoro dice que la reina Semiramis erigió un obelisco en Babilonia de 130 pies de altura.[1] En esta forma podemos notar que los obeliscos eran usados en la religión babilónica. Pero es en Egipto que su uso fue más preeminente. Como es sabido, Egipto llego a ser una gran fortaleza del paganismo y de los antiguos misterios religiosos. Hay un gran número de estos viejos obeliscos todavía en Egipto, aunque en su mayoría han sido removidos y llevados a otras naciones. Uno de ellos está situado en el Parque Central de Nueva York, otro en Londres, y muchos de ellos fueron transportados a Roma.
Originalmente estos obeliscos se asociaban con el culto al dios Sol. Eran símbolos de Baal o de Nimrod.[2] Aquellas gentes, habiendo rechazado el conocimiento del verdadero Creador, al notar que el sol daba vida a las plantas y al hombre, comenzaron a pensar en él como Dios, el gran otorgador de la vida. Mas no solamente eran los obeliscos símbolos del sol; también era reconocidos como símbolos sexuales. Aquellas gentes se daban cuenta que a través de relaciones sexuales se producía vida. Y por esta razón, como es sabido por todo aquel que ha estudiado el falo, órgano reproductivo masculino, fue también reconocido (igual que el sol) como un símbolo de vida y, por ende, un símbolo del dios-sol. De ahí el significado del obelisco.[3]
Considerando el denigrante significado de los obeliscos, no debe sorprendernos que su uso fuese prohibido por la Biblia. La palabra imágenes, que aparece en nuestra Biblia, es traducida de varias palabras diferentes con distinto significado. Una de éstas palabras es matzebah, que significa “imágenes altas”, es decir, obeliscos. Esta palabra es usada en 1 Reyes 14: 23; 2 Reyes 18: 4; 24: 14; Jeremías 43: 13 y Miqueas 5: 13. Otra palabra original que se usaba frecuentemente, refiriéndose a los obeliscos, es hammanim, que significa “imágenes del sol”, es decir, imágenes dedicadas al sol u obeliscos. Esta palabra se encuentra en el texto original de Isaías 17: 8 y 27: 9.
Para que estos obeliscos pudieran presentar mejor su simbolismo pagano eran erigidos verticalmente. Así que apuntaban hacia el sol. La posición era erecta, con el fin de simbolizar al falo. Al considerar cuán importante era esta posición erecta del obelisco, para aquellos que veneraban los misterios, es interesante notar lo que Dios declaró en cuanto a tan falso culto. Dijo que sus «imágenes [obeliscos] no se levantarán» (Isaías 27: 9). Podemos darnos cuenta, así de la oposición del Señor a estos nefandos símbolos.
Cuando los israelitas infieles mezclaron cultos paganos con su culto al verdadero Dios, también construyeron «una imagen del celo en la entrada del templo» (Ezequiel 8: 5). Esta imagen era probablemente un obelisco, el símbolo fálico; porque, como lo dice Scofield en su comentario a este capitulo, «se habían entregado a cultos fálicos».[4] Esta práctica de erigir obeliscos a la entrada de los templos paganos, fue una costumbre establecida en aquella época. A la entrada del templo de Tum se encontraba un obelisco igual que al frente del templo de Hathor, el aposento de Horus (Tammuz).[5]
Al considerar el uso del obelisco a la entrada de los templos en el viejo paganismo, no debe sorprendernos el hallar exactamente los mismo en la Babilonia moderna, la iglesia católica romana. Sí, no solamente eran puestos estos obeliscos a las entradas de los templos de los idolatras del sol, sino que al frente de la entrada de la catedral de San Pedro, en Roma, hallamos el símbolo idéntico hoy en día. La foto nos muestra la Iglesia de San Pedro, como la iglesia “madre” de todo el cristianismo, y al frente de ella el obelisco o imagen del celo, símbolo del falo. He aquí una increíble clave para ayudarnos a identificar a la Babilonia moderna.
¿Cómo ha sido que un objeto tan abominable haya sido puesto ahí? Cuando lo estudiamos, descubrimos que al propagarse la religión misteriosa a Roma, junto con ella llegó el uso de obeliscos como un símbolo. Y no solamente fueron los obeliscos hechos y erigidos en Roma, sino que los mismos obeliscos egipcios fueron trasladados a Roma a un gran costo y luego fueron erigidos por los emperadores y dedicados al dios-sol, en días paganos. Y este fue el caso del obelisco que actualmente está situado ante la Basílica de San Pedro.
No es solamente una copia de un obelisco egipcio, sino que es el mismo obelisco que era adorado en Egipto tiempos atrás. Calígula, en los años 37-41 d.C., hizo transportar este obelisco desde Heliópolis (Egipto) hasta su circo de las colinas del Vaticano, donde actualmente yace la catedral de San Pedro.[6] Heliópolis, la ciudad de donde fue transportado originalmente este obelisco, no es más que el nombre griego de Beh-Semes, el cual era el centro egipcio de adoración al sol de tiempos atrás. Y es este el sitio del que dice la Biblia que «además quebrarán las estatuas de Beth-semes que es en tierra de Egipto y las casas de los dioses de Egipto» (Jeremías 43: 13).
Bibliografía:
[1] Enciclopedia de religiones, Vol. 3, pág. 264
[2] Fausset, pág. 511
[3] Enciclopedia de religiones, pág. 33. Símbolos pagano-cristianos, antiguos y modernos, pág. 99
[4] Biblia Scofield, pág. 847, nota.
[5] Enciclopedia de religiones, pág. 33.
[6] Harper's diccionario bíblico, pág. 500; Enciclopedia católica, Vol. 13, pág. 371.
Continua o viene:
05-Obeliscos, templos y torres (1/3)
05-Obeliscos, templos y torres (2/3)
05-Obeliscos, templos y torres (3/3)
Artículos relacionados:
01-Babilonia: Cuna de falsas religiones.
02-Culto a la madre e hijo.
03-Culto María.
04-Santos, santoral y simbolismo.
Diodoro dice que la reina Semiramis erigió un obelisco en Babilonia de 130 pies de altura.[1] En esta forma podemos notar que los obeliscos eran usados en la religión babilónica. Pero es en Egipto que su uso fue más preeminente. Como es sabido, Egipto llego a ser una gran fortaleza del paganismo y de los antiguos misterios religiosos. Hay un gran número de estos viejos obeliscos todavía en Egipto, aunque en su mayoría han sido removidos y llevados a otras naciones. Uno de ellos está situado en el Parque Central de Nueva York, otro en Londres, y muchos de ellos fueron transportados a Roma.
Originalmente estos obeliscos se asociaban con el culto al dios Sol. Eran símbolos de Baal o de Nimrod.[2] Aquellas gentes, habiendo rechazado el conocimiento del verdadero Creador, al notar que el sol daba vida a las plantas y al hombre, comenzaron a pensar en él como Dios, el gran otorgador de la vida. Mas no solamente eran los obeliscos símbolos del sol; también era reconocidos como símbolos sexuales. Aquellas gentes se daban cuenta que a través de relaciones sexuales se producía vida. Y por esta razón, como es sabido por todo aquel que ha estudiado el falo, órgano reproductivo masculino, fue también reconocido (igual que el sol) como un símbolo de vida y, por ende, un símbolo del dios-sol. De ahí el significado del obelisco.[3]
Considerando el denigrante significado de los obeliscos, no debe sorprendernos que su uso fuese prohibido por la Biblia. La palabra imágenes, que aparece en nuestra Biblia, es traducida de varias palabras diferentes con distinto significado. Una de éstas palabras es matzebah, que significa “imágenes altas”, es decir, obeliscos. Esta palabra es usada en 1 Reyes 14: 23; 2 Reyes 18: 4; 24: 14; Jeremías 43: 13 y Miqueas 5: 13. Otra palabra original que se usaba frecuentemente, refiriéndose a los obeliscos, es hammanim, que significa “imágenes del sol”, es decir, imágenes dedicadas al sol u obeliscos. Esta palabra se encuentra en el texto original de Isaías 17: 8 y 27: 9.
Para que estos obeliscos pudieran presentar mejor su simbolismo pagano eran erigidos verticalmente. Así que apuntaban hacia el sol. La posición era erecta, con el fin de simbolizar al falo. Al considerar cuán importante era esta posición erecta del obelisco, para aquellos que veneraban los misterios, es interesante notar lo que Dios declaró en cuanto a tan falso culto. Dijo que sus «imágenes [obeliscos] no se levantarán» (Isaías 27: 9). Podemos darnos cuenta, así de la oposición del Señor a estos nefandos símbolos.
Cuando los israelitas infieles mezclaron cultos paganos con su culto al verdadero Dios, también construyeron «una imagen del celo en la entrada del templo» (Ezequiel 8: 5). Esta imagen era probablemente un obelisco, el símbolo fálico; porque, como lo dice Scofield en su comentario a este capitulo, «se habían entregado a cultos fálicos».[4] Esta práctica de erigir obeliscos a la entrada de los templos paganos, fue una costumbre establecida en aquella época. A la entrada del templo de Tum se encontraba un obelisco igual que al frente del templo de Hathor, el aposento de Horus (Tammuz).[5]
Al considerar el uso del obelisco a la entrada de los templos en el viejo paganismo, no debe sorprendernos el hallar exactamente los mismo en la Babilonia moderna, la iglesia católica romana. Sí, no solamente eran puestos estos obeliscos a las entradas de los templos de los idolatras del sol, sino que al frente de la entrada de la catedral de San Pedro, en Roma, hallamos el símbolo idéntico hoy en día. La foto nos muestra la Iglesia de San Pedro, como la iglesia “madre” de todo el cristianismo, y al frente de ella el obelisco o imagen del celo, símbolo del falo. He aquí una increíble clave para ayudarnos a identificar a la Babilonia moderna.
¿Cómo ha sido que un objeto tan abominable haya sido puesto ahí? Cuando lo estudiamos, descubrimos que al propagarse la religión misteriosa a Roma, junto con ella llegó el uso de obeliscos como un símbolo. Y no solamente fueron los obeliscos hechos y erigidos en Roma, sino que los mismos obeliscos egipcios fueron trasladados a Roma a un gran costo y luego fueron erigidos por los emperadores y dedicados al dios-sol, en días paganos. Y este fue el caso del obelisco que actualmente está situado ante la Basílica de San Pedro.
No es solamente una copia de un obelisco egipcio, sino que es el mismo obelisco que era adorado en Egipto tiempos atrás. Calígula, en los años 37-41 d.C., hizo transportar este obelisco desde Heliópolis (Egipto) hasta su circo de las colinas del Vaticano, donde actualmente yace la catedral de San Pedro.[6] Heliópolis, la ciudad de donde fue transportado originalmente este obelisco, no es más que el nombre griego de Beh-Semes, el cual era el centro egipcio de adoración al sol de tiempos atrás. Y es este el sitio del que dice la Biblia que «además quebrarán las estatuas de Beth-semes que es en tierra de Egipto y las casas de los dioses de Egipto» (Jeremías 43: 13).
Bibliografía:
[1] Enciclopedia de religiones, Vol. 3, pág. 264
[2] Fausset, pág. 511
[3] Enciclopedia de religiones, pág. 33. Símbolos pagano-cristianos, antiguos y modernos, pág. 99
[4] Biblia Scofield, pág. 847, nota.
[5] Enciclopedia de religiones, pág. 33.
[6] Harper's diccionario bíblico, pág. 500; Enciclopedia católica, Vol. 13, pág. 371.
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