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| El Papa Francisco embarca en el avión | 
El viaje del Papa Francisco a Tierra Santa rompe con el modelo de sus dos predecesores. Visitará los mismos países -Jordania, Palestina e Israel-, pero no en seis días como hizo san Juan Pablo II en el 2000, o en una semana como Benedicto XVI en el 2009.
El Santo Padre anunció que esta vez: «Serán tres etapas: 
Ammán, Belén y Jerusalén. En tres días». Este sábado, domingo y lunes. 
En total, 14 discursos y 20 actos a la carrera, con un hilo conductor que es un mandato central del Concilio Vaticano II: la unidad de los cristianos.
Se volverán a repetir los recibimientos entusiastas en Jordania y Palestina y, al llegar a Israel, quizá menos críticas de las que recibieron san Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta que su bondad ganó a la opinión pública e hizo callar a los extremistas.
El pasado 5 de enero, cuando anunció personalmente el 
viaje, el Papa Francisco subrayó que «el objetivo principal es 
conmemorar el histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca 
Atenágoras I, hace exactamente 50 años». Fue un abrazo que cambio la historia, poniendo fin a nueve siglos de enemistad entre Ortodoxos y Católicos desde el cisma de 1054. 
Por eso, el eje central de este viaje serán las cuatro reuniones del Papa Francisco con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, así como «el encuentro ecuménico que
 celebraremos en el Santo Sepulcro con todos los representantes de las 
Iglesias cristianas de Jerusalén». Será una plegaria sin precedentes en 
un lugar donde las Iglesias cristianas se disputan cada centímetro 
cuadrado de la basílica, y donde no rezan juntas sino separadas, 
siguiendo rígidos horarios.
El viaje ayudará a mejorar el diálogo entre las tres 
grandes religiones. Como ejemplo práctico, el Papa ha invitado a 
acompañarle al rabino Abraham Skorka y al líder musulmán Omar Abboud, ambos amigos suyos de Buenos Aires. El mensaje es claro: hay que crear la amistad a nivel local. 
La mejor guía para entender el viaje de Francisco son sus 
propios objetivos y prioridades, distintos de los de los tres países 
anfitriones, donde algunos han creado falsas expectativas. 
«Un viaje religioso»
El Papa lo explicó el pasado miércoles en la audiencia general con cien mil peregrinos: «Será un viaje estrictamente religioso.
 En primer lugar para reunirme con mi hermano Bartolomé I en el 50 
aniversario del encuentro de Pablo VI con Atenágoras I. Pedro y Andrés 
volverán a reunirse, y esto es muy hermoso. El segundo motivo es rezar 
por la paz en esa tierra que sufre tanto. Os ruego que recéis por este 
viaje».
Los momentos más exuberantes serán los recorridos en «papamóvil» en Ammán y en Belén. En Jerusalén no los habrá por razones de una seguridad obsesiva hasta el punto de vaciar la mayor parte de las calles antes del paso del Papa.
Los tres momentos más emotivos serán el encuentro con 
refugiados sirios y jóvenes discapacitados en Betania de Jordania, la 
comida con familias palestinas víctimas de la ocupación en Belén, y el encuentro con niños palestinos en el vecino campo de refugiados de Deheisheh. 
La parte «oficial» del viaje también es importante. El Papa será recibido en Ammán el sábado por el rey Abdullah II y la reina Rania. Después
 de la misa en el estadio de fútbol de la capital, el rey llevará a 
Francisco a Betania «al otro lado del Jordán», donde se sitúa el lugar 
del Bautismo de Jesús.
El domingo a primera hora, el Papa volará en helicóptero a 
Belén, donde será recibido por el presidente palestino Mahmoud Abbas, 
quien le acompañará a la misa en la plaza de la basílica de la 
Natividad.
Por la tarde volará en helicóptero a Tel Aviv para la 
ceremonia de bienvenida en Israel, y se dirigirá inmediatamente al 
encuentro con el Patriarca Bartolomé I en Jerusalén. Poco después, los 
jefes de las grandes Iglesias cristianas rezarán por primera vez juntos 
en el Santo Sepulcro.
A primera hora del lunes, el Papa visitará al Gran Muftí de Jerusalén
 en la Explanada de las Mezquitas y después rezará ante el Muro 
Occidental, donde depositará una plegaria escrita. A continuación 
–siguiendo las normas de visitas oficiales- irá a depositar flores en la
 tumba de Theodor Herzl, padre del Estado de Israel, y visitará el 
memorial del Holocausto, donde se reunirá con seis supervivientes. 
A los encuentros con el presidente y el primer ministro de Israel seguirá otra reunión con el Patriarca Bartolomé I.
 Los dos últimos actos, de especial intensidad, serán el encuentro con 
los sacerdotes y religiosos en el Huerto de los Olivos y la misa en el 
Cenáculo de Jerusalén antes de emprender regreso a Roma.

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