La posibilidad de vivir más de 100 años depende en gran parte de una serie de variables genéticas presentes en algunos individuos, según ha puesto de manifiesto un amplio estudio que ha analizado los genomas de más de mil personas que superan el siglo de edad.
La investigación, que ha sido fruto de la colaboración entre la Universidad y el Centro Médico de Boston (EEUU), ha determinado 150 variables (conocidas como polimorfismos de nucleótido simple) capaces de predecir, en un 77% de los casos, si alguien puede convertirse en centenario.
El 23% restante podría deberse, según los autores del estudio, bien a aspectos del genoma que aún desconocemos o bien a la influencia del estilo de vida. De hecho, estudios anteriores habían mostrado que las costumbres suelen ser determinantes para alcanzar una avanzada edad. Se sabe, por ejemplo, que los adventistas del Séptimo Día, que son vegetarianos, viven en familia con un estrés relativamente bajo, hacen ejercicio y no fuman ni beben, alcanzan una media de 88 años de edad, ocho más que en EEUU o España.
Pero hay personas, las llamadas 'supercentenarias', que viven más de 20 años por encima de la esperanza de los adventistas: ¿cómo lo consiguen? Aquí es donde se necesita un poco de ayuda de los genes, según ha descubierto el citado estudio. De hecho, los científicos han logrado establecer, además de las 150 variables, un total de 19 firmas genéticas (o conjuntos de genes activos) presentes en el 90% de los centenarios, y cada una de las cuales se relaciona con la edad a la que se presentan las enfermedades asociadas a la vejez, tales como la demencia, la hipertensión y las dolencias cardiovasculares.
"Hemos desarrollado un modelo genético que puede emplearse para calcular la predisposición de un individuo a la longevidad excepcional, y la forma en que funciona este modelo es que tienes que introducir la información de 150 marcadores genéticos y el modelo te da las posibilidades de lograr una longevidad excepcional", explica Paola Sebastiani, profesora de Bioestadística y principal firmante del estudio.
"Si nos sometiéramos a un análisis de estas variables y el resultado fuese que vamos a ser extremadamente longevos, son muy buenas noticias. Si el resultado es que lo más probable es que tengamos una longevidad normal, seguramente podríamos cambiar nuestros hábitos de vida hacia unos más saludables para intentar maximizar nuestra longevidad", aclara a ELMUNDO.es la investigadora María Blasco, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Una de las sorpresas que se han llevado los investigadores, que analizaron a 1.055 personas de todo el mundo con más de 100 años y a otras 1.267 de la población general, es que los genes ya conocidos asociados a distintas enfermedades estaban presentes en la misma proporción entre los centenarios y el común de las personas.
De este modo, los científicos han llegado a la conclusión de que tener una vida extraordinariamente larga no depende tanto de la predisposición hereditaria a contraer enfermedades, sino de tener las combinaciones genéticas asociadas a la longevidad, y que acaban de ser identificadas en este estudio.
Un 15% tiene los genes
De hecho, las variables genéticas de la longevidad podrían tener la capacidad de 'anular' la predisposición a ciertas enfermedades, según los autores del estudio. Otro dato que llama la atención es que hasta un 15% de la población general analizada presentaba las combinaciones genéticas asociadas a la longevidad, aunque la realidad es que sólo uno de cada 6.000 habitantes de los países industrializados supera los 100 años, y apenas uno de cada siete millones alcanza los 110.
Esta discrepancia indica que los malos hábitos y el estilo de vida aún hacen mella en la mayor parte de candidatos a vivir 100 años o más, pese las mejoras logradas en los últimos tiempos. "Uno puede conjeturar que estamos genéticamente diseñados para vivir más, y con los cambios en la salud pública estamos viendo realmente este incremento en la esperanza de vida", comenta Sebastiani.
"A medida que vamos sorteando o eliminando los factores exógenos [externos] que impedían vivir más (y mejor), la naturaleza va a ir dejando al descubierto esa realidad, la capacidad del ser humano de llegar a ser centenario", comenta, desde el CNIO, el investigador Javier Benitez.
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