El santuario terrenal
En el tema anterior vimos que Dios preparó un diseño de su maravilloso plan de salvación para el pecador. Ya que Dios ama a sus criaturas y no las abandona sin esperanza a la muerte, decidió resolver el problema del pecado mediante un impresionante sistema de transferencia de pecado y castigo a sí mismo, haciéndose hombre y tomando sobre sí mismo el pecado del mundo entero, para proveer a cada ser humano la posibilidad de la reconciliación. Ya que la paga del pecado es la muerte, el perdón solo se pudo alcanzar mediante el derramamiento de sangre de un ser inocente. Rom. 6:23; Hebr. 22. Pero no de cualquier ser inocente. ¡Solo el autor de los diez mandamientos, que además vivía de acuerdo a sus mandatos podía ser el sustituto y morir y perdonar a aquellos que desobedecieron los mandamientos de Dios! De esta manera entendemos que el tema principal de todas las Sagradas Escrituras desde el inicio hasta el fin es el maravilloso perdón de los pecados, y la reconciliación con el Creador.
Vimos que Dios ama al pecador pero aborrece el pecado. Así que Dios desarrolló un plan concreto de salvación mediante el camino del santuario. Dios dio a Moisés precisas instrucciones de cómo debe ser construido el santuario terrenal con todos sus objetos y significados. Estas instrucciones encontramos en el libro del Éxodo en los capítulos 25 al 40. Para que Moisés entienda, Dios le mostró todo el diseño del tabernáculo y sus utensilios. Éx. 25:9. Lo maravilloso es que cada detalle es una representación de Cristo.
El atrio (o patio)
En el atrio se encontraban dos objetos. El altar de los sacrificios y la fuente de bronce.
El altar de los sacrificios
En este lugar fueron sacrificados los animales puros (ovejas, carneros, etc.) para morir en el lugar del pecador arrepentido, tras confesar sus pecados, transfiriéndolas simbólicamente sobre el animal puro.
La instrucción acerca de la construcción del altar de los sacrificios (el altar de bronce) encontramos en Éxodo 27:1-8. Era un símbolo para Jesucristo. Pues el Señor es “el Cordero, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. El profeta Isaías lo describió de esta manera con siglos de anticipación: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Is. 53:7. Vea también: Ap. 5:9; Hebr. 13:11, 12; 1 Pedro 1:18-20.
La fuente de bronce
En este lugar los sacerdotes se lavaban antes de mediar entre el pueblo y Dios, pues Dios pide santidad y pureza de aquellos que intermediaban entre Dios y su pueblo.
La descripción de este objeto encontramos en Éxodo 30:18-21; 38:8.
El agua de esta fuente y su función purificadora es un símbolo del Señor Jesús, cuya sangre era inocente y sin pecado. Mat. 27:4; 1 Pedro 2:22.
Jesús desea limpiar y purificarnos de nuestros pecados, también mediante el bautismo de agua. Hech. 2:38; 22:16.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” Hebr. 7:26.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Hebr. 10:19-22.
El lugar santo
En el lugar santo se encontraban tres objetos. El candelero de los 7 brazos, la mesa con los panes de la proposición y el altar del incienso.
El candelero de 7 brazos
La descripción de este objeto ontramos en Éxodo 27: 20; 30:7, 8 y 37:17-23.
El candelero de los 7 brazos estaba lleno de aceite y siempre encendido. El aceite es un símbolo bíblico del Espíritu Santo. Vea por ejemplo: Zac. 4:2-6.
De esta manera era un símbolo de Jesucristo, quien fue ungido por el Espíritu Santo en su bautismo y fue la verdadera luz del mundo. Mat. 3:16, 17; Luc. 4:18; Hech. 10:37, 38; Juan 1:9.
También nosotros debemos ser llenados del Espíritu Santo y ser luces en este
mundo. Vea 1 Cor. 6:19; Mat. 5:14; 25:1-12.
La mesa con los panes de la proposición
La descripción de este objeto encontramos en Éxodo 25:23- 30.
Nuevamente se trata de un símbolo de Señor Jesucristo. Pues Jesús es el pan de vida que siempre está por nosotros en la presencia de su Padre. Sin pan físico nos morimos físicamente. Y sin el pan espiritual nos morimos espiritualmente. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35.
Jesús es además simbólicamente el maná que descendió del cielo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre…” Juan 6:51. Vea también el pan de la santa cena que representa al cuerpo de Cristo. 1 Cor. 11:23, 24.
El altar del incienso
La descripción de este objeto muy especial encontramos en Éxodo 30:1-7. Era el objeto más cercano al lugar santísimo (la presencia de Dios).
Sobre el el altar del incienso el sacerdote colocaba de mañana y de tarde por un ladoincienso y por otro lado ceniza del altar de los sacrificios.
El incienso representaba las oraciones de los creyentes. Vea: Salmos 141:2; Ap. 5:8; 8:3, 4.
La ceniza del altar de los sacrificios representaba la muerte sustituta del hijo de Dios por los pecadores. Por lo tanto era una representación de la justicia de Jesucristo.
La mezcla de ambos ingredientes es un aroma o perfume agradable a Dios que sube a su presencia celestial. Ef. 5:2; Lev. 16:12, 13; Éx. 30:34-38. Pues si nuestras oraciones pidiendo el perdón de nuestros pecados ascienden al cielo, por fe en lo que el hijo de Dios hizo por nosotros al morir por nuestros pecados en la cruz del Calvario, entonces Dios las recibe gozosamente.
El lugar santísimo
En el lugar santísimo representaba la presencia de Dios en la tierra. En el se encontraba solo un objeto. El arca del pacto.
El arca del pacto
La descripción de este magnífico objeto encontramos en Éx. 25:10-22; 34:28.
El arca del pacto contenía las tablas de la ley conlos diez mandamientos de Dios. Encima del arca del pacto se encontraba el propiciatorio con dos querubines de oro que miraban hacia la ley de Dios a través del propiciatorio.
Este era el lugar en el cual Dios se manifestó al Sumo Sacerdote una vez al año visible y majestuosa-mente como en la nube que ocultaba y a la vez revelaba su gloria. Éx. 25:22. La palabra hebrea Shekinah que significa “habitación” denotaba esta manifestación divina. Lev. 16:2; 2 Sam. 6:2. El lugar santísimo en el cual Dios se manifestaba, era una representación de su carácter y voluntad. Pues sujusticia y su misericordia, que son la expresión de su santo carácter y de su santa voluntad, se expresaron a través del arca del pacto con sus tres componentes, en aquel impresionante lugar.
La justicia y la misericordia divina
- La ley (los 10 mandamientos) son una representación de la justicia de Dios.
- El propiciatorio es una representación de la misericordia (gracia) de Dios.
¡Dios es justo pero también misericordioso! Ambos forman conjuntamente la esencia del carácter divino. Fue en la cruz donde se expresó esta realidad de la manera más dramática posible. Jesucristo murió ahí por causa de nuestros pecados (como nuestro sustituto voluntario). De esta manera cumplió con la justicia. Pero a la vez padeció en ese lugar por amor, gracia y misericordia hacia los pecadores, para poder proveernos el perdón de nuestros pecados si nos arrepentimos de ellos y los confesamos al Señor, pidiendo sincero perdón por nuestras transgresiones. Recuerde siempre que pecado es transgresión de la ley cuya paga es la muerte, “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” 1 Juan 3:4; Rom. 6:23.
Los ángeles observan la justicia de Dios a través de su misericordia
Los dos querubines que estaban sobre el propiciatorio miraban hacia la santa, justa y buena ley de Dios a través del propiciatorio. Estos dos querubines representan a todas las huestes angelicales que observan atentamente la voluntad de Dios, expresada por su santa ley, a través de la misericordia divina. Y como vimos, entre ellos se manifestó la presencia de Dios sobre el propiciatorio, cuyo único objetivo era el de cubrir con misericordia los mandamientos de Dios, para proveer perdón de los pecados.
Veamos un ejemplo de cómo esto se plasma en la realidad del pecaminoso ser humano. Un publicano había pecado. El estaba consciente de su transgresión y se arrepintió de corazón con sinceridad buscando el perdón de su pecado mediante la misericordia de Dios. Jesús nos relato acerca de él:
“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.” Luc. 18:13.
La palabra “se propicio a mí”, se refiere directamente al propiciatorio. Es como decir “se misericordioso o benigno conmigo, a pesar de mi pecado que merece castigo”.
- ¡Y lo maravilloso es que Jesucristo anhela otorgarnos el perdón de nuestros pecados! ¡Es por eso que murió en la cruz del Calvario por nosotros! Recuerde el estudio del tema anterior.
El día Yom Kippur
A la presencia de Dios, en el lugar santísimo, entró tan solo el Sumo Sacerdote una vez al año, en representación del entero pueblo de Dios. Lev. 16:34; Hebr. 9:7. Fue siempre en el día llamado en hebreo Yom Kippur. ¡Era el gran día de las expiaciones (de los pecados) y a la vez el día del juicio! Lev. 16:30.
El Sumo Sacerdote tuvo en sus vestiduras unas campanillas que sonaban al caminar. La santidad de Dios en el lugar santísimo no permitía la presencia del pecado. Tal como la sombra no puede existir en la luz. Es por eso que según la tradición judía, el Sumo Sacerdote tenía que atar una cuerda alrededor de su cuerpo antes de entrar a la presencia de Dios en el lugar santísimo. Si todavía había pecado consciente en su vida que no había confesado moriría, las campanas iban a dejar de sonar y se le iba a jalar desde afuera. Éx. 28:33-35. La Palabra de Dios no registra casos en que esto haya ocurrido. Con seguridad los Sumo Sacerdotes eran muy conscientes de esta realidad y tomar la preparación de entrar en la presencia de Dios muy en serio.
La purificación del santuario
El día Yom Kippur era la culminación de la liturgia del santuario. Era una solemne ceremonia en la cual se realizaba ¡la purificación simbólica del santuario!
Recuerde que estamos estudiando el contexto para entender la impresionante profecía de tiempo “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.” Dan. 8:14.
La descripción del “día de la expiación” en el cual el santuario terrenal era purificado una vez al año, encontramos en Levítico capítulo 16.
El día Yom Kippur caía en el 10º día del 7º mes del calendario tradicional judío, es decir en octubre, según nuestro calendario occidental.
Era la fiesta más importante del calendario religioso judío. Como vimos era el único día en el cual el Sumo Sacerdote entraba al lugar santísimo.
Todos los días del año ocurrió que los pecadores confesos vinieron al santuario y pusieron sus manos sobre el animal inocente y puro, generalmente uncarnero, tras arrepentirse de sus pecados. De esta manera transfirieron su culpa simbólicamente al animal, antes de degollarlo. Fue así como el pecador obtuvo el perdón de su transgresión y volvió a su hogar en paz, pues la sangre inocente había sido derramada en su lugar, prefigurando a la sangre de Jesucristo en la cruz. Lev. 4:20; Hebr. 9:14, 22; 1 Pedro 1:18, 19.
- El sacerdote rociaba algo de la sangre del animal sacrificado sobre el altar de incienso, de los sacrificios y en el piso frente al velo interior del lugar santo. De esta manera ¡el pecado seguía existiendo en forma de un registro en el santuario, contaminándolo! Lév. 16:16.
¡Es por eso que se requería una vez al año la purificación del santuario, para limpiarlo simbólicamente de todos los registros de pecados acumulados por el pueblo durante todo el año! Eso ocurrió en el importantísimo Yom Kippur, el día de la expiación (de los pecados). De esta manera el santuario quedó nuevamente restaurado, rectificado y justificado.
En el Yom Kippur se sacrificaban dos machos cabríos para la expiación. Lev. 16:5. Uno era sacrificado al inicio de la expiación. Con su sangre el Sumo Sacerdote entró al lugar santísimo y la esparció sobre el propiciatorio y delante de él. Al salir roció con su sangre también el santuario mismo y el altar del incienso en el lugar santo y el altar de los sacrificios en el atrio (patio). Lev. 16:15-19
“Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas.” Lev. 16:15, 16.
El día Yom Kippur era la culminación de la liturgia del santuario. Era una solemne ceremonia en la cual se realizaba ¡la purificación simbólica del santuario!
Recuerde que estamos estudiando el contexto para entender la impresionante profecía de tiempo “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.” Dan. 8:14.
La descripción del “día de la expiación” en el cual el santuario terrenal era purificado una vez al año, encontramos en Levítico capítulo 16.
El día Yom Kippur caía en el 10º día del 7º mes del calendario tradicional judío, es decir en octubre, según nuestro calendario occidental.
Era la fiesta más importante del calendario religioso judío. Como vimos era el único día en el cual el Sumo Sacerdote entraba al lugar santísimo.
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