La elección, hace casi un mes, del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa de la Iglesia Católica ha llamado la atención sobre la situación religiosa y espiritual de América Latina, la región que concentra el mayor número de católicos del mundo. En su escaso mes al frente del Vaticano, Francisco ha dejado claro que dará preferencia a los pobres en su papado, pero aún no ha disipado las dudas a cerca de cómo ejercerá su papado en la zona el primer Pontífice americano.
Durante un encuentro en la sede del Diálogo Interamericano de Washington, el cardenal y obispo emérito de la capital estadounidense, Theodore McCarrick, ha indicado que los viajes que Francisco tiene previstos hacer, a Brasil, en julio, y a Argentina y Chile, en septiembre, podrán alumbrar señales sobre su papel, aunque, ha dejado claro, que frenar el avance de la Iglesia evangélica deberá ser una prioridad.
“Cuando el Papa visite Brasil hará ver a sus ciudadanos la importancia de la Iglesia católica allí y lo hará con entusiasmo, dirigiéndose directamente a las personas, haciéndoles ver que no existe una diferencia esencial entre esa confesión y la evangélica”, ha indicado McCarrick, que estuvo presente en el último Cónclave, aunque no pudo votar por razón de su edad (83 años). En agosto del año pasado, el entonces papa Benedicto XVI habló del contexto de América Latina como de una zona donde la Iglesia católica debía hacer frente a un pluralismo religioso creciente. Durante las dos últimas décadas, la comunidad católica ha ido disminuyendo a costa de las iglesias evangélicas y pentecostales.
Brasil, el primer destino a América Latina del para Francisco, es un claro ejemplo de esta situación. Con 123 millones, el país sudamericano es el que tiene la mayor población católica del mundo, sin embargo, el censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística de 2010 mostró una disminución de fieles del 10% en la primera década del siglo XXI a costa de la expansión del credo evangélico. La Iglesia Evangélica brasileña cuenta ya con 42 millones de miembros. Con 565 millones de fieles en todo el mundo, 107 millones de los evangélicos se encuentran en América Latina y el Caribe.
McCarrick sostiene que la "personalidad humilde" del nuevo Papa obstaculizará el rápido avance de los evangélicos, no sólo en América Latina, sino en el resto de países en vías de desarrollo. “Si se lo propone, cambiará América Latina de arriba abajo”, asegura el prelado. Para la Iglesia católica, los problemas que hacen a los fieles distanciarse de su credo no son tanto dogmáticos como pastorales y, en este sentido, según McCarrick, “Francisco es el mejor pastor, tiene la intención de trasladar el lenguaje del Concilio Vaticano II al del día a día”. El cardenal de Washington se muestra convencido de que con el nuevo pontífice “desarrollará una relación distinta a la que la Iglesia católica ha tenido hasta ahora en América Latina, centrada exclusivamente en las élites y los gobernantes. Eso va a cambiar, va a ser diferente”.
El antiguo obispo de Washington destaca las cualidades humanas y espirituales del nuevo Pontífice como los motores propicios para liderar ese cambio y, en ese sentido, destaca su dominio del español y el portugués como herramientas para apuntalar su intención reformista. “Quizás no tenga el carisma de Juan Pablo II, pero Francisco ha demostrado que sabe crear atmósferas propicias, sabe cómo conectar con el pueblo. El hecho de que hable su idioma hace que los latinoamericanos lo vean como uno de los suyos, que lo perciban como alguien cercano”.
Pese a ese regreso a los dogmas del Concilio Vaticano II que McCarrick vaticina que liderará el papa Francisco, la apertura de la Iglesia católica en América Latina resta de ser completa, al menos por el momento. Otro problema enquistado, el movimiento de la Teología de la Liberación, no parece que vaya a resolverse a medio plazo. “Está claro que la Teología de la Liberación comparte el sustrato del Concilio Vaticano II, pero lo que la Iglesia no puede tolerar que amparen y apoyen movimientos guerrilleros y violentos”, asegura McCarrick. “Sin duda el compromiso del nuevo papa con los más pobres y su defensa del medioambiente, ha sido bien recibida y ayudará a tender puentes, pero la perseverancia en algunos de sus principios seguirán suscitando oposición en el Vaticano. Es lo que Francisco tratará de explicarles”, indica el cardenal.
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