La Iglesia de Inglaterra ha aprobado en una votación histórica el acceso de las mujeres al obispado, culminando así el camino de la mujer a la plena igualdad con el varón en el seno de esa confesión emprendido en 1994, cuando fueron ordenadas las primeras sacerdotes. El sínodo de la Iglesia de Inglaterra, reunido en York, dio su respaldo al compromiso alcanzado el año pasado para permitir el acceso de las mujeres al obispado.
La aprobación, que se consideraba muy probable, permitirá que la decisión se convierta en ley el próximo noviembre a través del Parlamento británico. Con ese calendario, antes de fin de año se podría conocer el nombre de la primera obispa de la Iglesia de Inglaterra, aunque no alcanzaría plenamente esa condición hasta bien entrado 2015.
La Iglesia de Inglaterra se une así a otras provincias de la Comunión Anglicana en las que ya hay obispas, como Estados Unidos, Canadá, Suráfrica, Australia y Nueva Zelanda. El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, se declaró “encantado” con la votación. “Hoy hemos completado un viaje que empezamos hace 20 años con la ordenación de mujeres sacerdotes”, declaró. “Es el inicio de una gran aventura, la búsqueda de la prosperidad mutua por encima de algunos desacuerdos”, añadió en referencia a la minoría que se opone al obispado femenino y que durante años lo ha bloqueado porque las normas de la Iglesia de Inglaterra exigen que un cambio de esa naturaleza tenga el respaldo de dos tercios de cada uno de los tres colegios que forman el sínodo: el de los obispos, el de los clérigos y el de los laicos.
“Aunque estoy encantado por el resultado, pienso también en aquellos dentro de la Iglesia para quienes el resultado será difícil y motivo de causa de tristeza. Mi propósito, y creo que el de toda la Iglesia, es que seamos capaces de ofrecer un lugar de bienvenida y desarrollo para todos”, precisó el arzobispo de Canterbury.
En noviembre de 2012 el sínodo anglicano ya estuvo a punto de dar luz verde a las obispas, pero el compromiso de entonces, ampliamente respaldado tanto por el colegio de los clérigos como por el colegio de los obispos, se quedó a un puñado de votos de esos dos tercios. Esta vez, en el colegio de laicos, 152 votaron a favor, 45 en contra y 5 se abstuvieron: un 77% de votos favorables, lo que superaba ampliamente los dos tercios requeridos.
Aquel tropiezo hizo pensar que el obispado femenino quedaría atascada de nuevo durante años. Pero, bajo el empuje del nuevo arzobispo Welby, se alcanzó un compromiso en noviembre del año pasado. Los sectores más conservadores del anglicanismo, y en particular los anglo-católicos del grupo Forward in Faith, se dieron por satisfechos con la creación de la figura de un ombudsman que pueda intervenir en el caso de que una parroquia conservadora considere que no se encuentra lo bastante protegida de la autoridad de una mujer obispo. Aunque el objetivo es que obispos y obispas gocen de la misma consideración y categoría, la corriente mayoritaria acepta que los sectores más conservadores han de tener a su alcance una herramienta que les permita evitar tener que responder personalmente a la autoridad de una mujer obispo.
Aunque bastaba con que esta vez votaran a favor 6 de los 74 miembros del colegio de laicos que en 2012 votaron en contra, la semana pasada había dudas sobre si los votos a favor en ese colegio llegarían hasta los dos tercios exigidos. Incluso se especuló con la posibilidad de que, si la propuesta era rechazada, la Iglesia de Inglaterra se plantearía la medida de presentar en la Cámara de los Lores una propuesta para forzar la aprobación por ley del obispado femenino. Una alternativa muy radical llamada seguramente a dividir profundamente a los anglicanos y a la que finalmente no ha hecho falta recurrir.
El histórico cambio fue aplaudido por el primer ministro británico, el conservador David Cameron, que le dio una “cálida bienvenida”. También por el número dos del Gobierno y reconocido agnóstico, el líder liberal demócrata Nick Clegg: “Es un punto de inflexión para la Iglesia de Inglaterra y un enorme paso adelante para hacer una sociedad más justa”, aseguró. Para el laborista Ed Miliband, que se define como “un judío ateo” porque no cree en Dios pero la religión forma parte de su cultura, es “una estupenda noticia”.
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