El euro corre el riesgo de resquebrajarse, y España corre el riesgo
de abandonarlo. Dependiendo de a quién se pregunte, se le atribuyen más o
menos probabilidades, pero nadie puede descartarlo. Los grandes bancos y
las multinacionales han tocado zafarrancho de combate y ya articulan
fórmulas para cubrir sus riesgos en caso de desastre. En nuestro país,
las principales firmas cotizadas tratan de responder a una pregunta cuyo
mero enunciado suena a amenaza: si dejamos la moneda única, ¿cómo puedo
proteger mis activos, mi balance, mi cuenta de resultados?
Frente a tanta incertidumbre, se preparan “planes de contingencia”
para responder a las distintas opciones. Estas van desde la creación de
una nueva moneda solo para los países de la Europa del norte a la salida
obligada de algún miembro de la zona euro pasando por la desaparición
absoluta de la divisa o la creación de un euro fuerte y otro débil.
Cualquiera de estas posibilidades tiene enormes implicaciones
comerciales, fiscales, financieras e incluso en la reputación de las
compañías.
Son los grandes operadores turísticos, las entidades financieras y
las empresas exportadoras quienes más se protegen las espaldas. Firmas
del calado de IAG, propietaria de Iberia y British Airways, o Barclays
han anunciado sendos planes de contingencia frente a lo que pueda suceder en España. O el banco ING, que acaba de reducir en 6.200 millones de euros su exposición al país.
Entre las que han tomado medidas similares ante la situación en
Grecia destacan el gigante estadounidense de los bienes de consumo
Procter & Gamble; la británica Lloyd’s, líder mundial de los
seguros; Tui Travel y Thomas Cook, los dos mayores turoperadores
británicos; los bancos Crédit Agricole y HSBC: Diageo, la firma
británica más potente de bebidas, y la cervecera holandesa Heineken. Los
bancos suizos, tan sensibles a sus fondos, se hallan en un estado que
un experto califica “de alerta máxima” frente a cualquier suceso de la
Eurozona, y muchos ya cuentan con equipos dedicados a analizar planes de
contingencia.
Bastantes firmas españolas llevan meses estudiando este escenario”,
explica Sara Baliña, de Analistas Financieros Internacionales (AFI). “No
es algo nuevo ni sorprendente. Es un elemento de responsabilidad y
sensatez que lo hagan dadas las condiciones que estamos viviendo. Aunque
el riesgo de que España salga del euro resulta muy reducido”, afirma la
experta, quien sitúa esta posibilidad por debajo del 20%.
En la misma línea se manifiesta Juan Iranzo, director general del
Instituto de Estudios Económicos (IEE): “España no saldrá del euro, pero
entiendo que las empresas quieran cubrir ese riesgo”. Y añade: “Si yo
fuera una de ellas trataría de mantener el dinero fuera, vender activos
antes de la devaluación y tener el capital en otras divisas”.
Si la peseta se devaluase tras una hipotética salida del euro, el
Gobierno debería garantizar el abastecimiento, vía importaciones, a los
precios actuales para que los productos no se encarecieran demasiado. O
sea, intervenirlos como en tiempos de la dictadura sucedió con la
gasolina.
Con estos antecedentes, la preocupación se extiende como un bálsamo.
Analistas Financieros Internacionales (AFI) ha confeccionado varios de
estos planes por petición de diversas empresas cotizadas. Ninguna de
ellas quiere ser identificada públicamente para proteger su imagen.
La consultora Ernst & Young tiene un equipo de 10 personas
dedicadas en buena parte a esta actividad. A su cargo está Asís Velilla,
socio de instrumentos financieros. El relato de este experto revela que
las empresas que tienen planes de contingencia en España se preparan
para el abandono en bloque de la moneda europea por parte de Portugal,
Italia, Grecia, Irlanda y España, y la creación de un euro fuerte y otro
débil.
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
El miedo de España ha tenido un recorrido que se puede trazar.
Primero fueron las empresas multinacionales con filiales en este país
las que empezaron a preocuparse por sus inversiones en caso de la salida
del euro; después la inquietud llegó a las compañías que tienen fondos
de inversión extranjeros (sobre todo estadounidenses) sentados en los
consejos de administración, y ahora se ha trasladado a las grandes
cotizadas españolas. Estas últimas lo que quieren es “una foto genérica
de los riesgos que corren para llevarla al consejo, y en función de los
resultados, tomar o no medidas”, revela Asís Velilla. “Pues la ruptura
también puede ser una oportunidad para comprar compañías competidoras a
bajo precio”.
También se preparan para lo peor las grandes fortunas españolas,
agrupadas en los principales family office del país, aunque con su
particular interpretación de lo que es un plan de contingencia. Su forma
de protegerse, explica Juan Esquer, socio de GBS Finanzas, ha sido
abrir cuentas en los países del euro que estiman más seguros
(Luxemburgo, Alemania o Francia), en naciones que operan cerca, pero
fuera, de la divisa europea (Reino Unido o Suiza) o marcharse a
territorios más lejanos (EE UU). En esta situación, no es de extrañar
que hasta mayo pasado hayan salido 163.000 millones de euros del país.
Eso sí, revela Juan Esquer, “cada vez hay más problemas de compliance, o
sea, justificar el origen y destino de esos fondos”.
Consultoras, empresas y analistas llevan un año largo diseñando
planes de contingencia por si el euro se rompe parcial o totalmente.
Estos trabajos han corrido sotto voce por diversos consejos de
administración y dan a muchos un enorme dolor de cabeza. “Solo los
cambios legales que requieren son una verdadera pesadilla”, reconoce el
responsable jurídico de una gran cotizada española.
A pesar de que Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, asegure
que la salida de Grecia es “manejable” y que expertos como Claudio
Ortea, director de inversiones de Lombard Odier, precisen que “el debate
no es si lo hará, sino cuándo”, el Tratado de Lisboa no establece
ningún mecanismo de abandono del euro. Antes hace falta cambiar la
normativa. Y pese a la complejidad, los analistas están de acuerdo en
que un país que deje la divisa europea necesitará introducir una nueva
legislación para asegurarse de que los contratos denominados en euros
continúen siendo válidos. Tampoco resultará fácil discernir si esos
contratos están respaldados en la divisa europea o en la nueva moneda.
De hecho, serán tan interpretables que dependerán de factores como la
jurisdicción legal, la localización de los activos o el lugar de los
pagos.
Por ejemplo, si Grecia quisiera salir del euro, primero tendría que
dejar la Unión Europea y después volver a solicitar su entrada, pero no
su admisión en la moneda europea. “La Eurozona se diseñó como una
cazuela de langostas”, ironiza en una nota Simon James, socio del bufete
británico Clifford Chance. “Para los miembros es fácil entrar, pero una
vez dentro prácticamente no hay salida”.
Sin embargo, en este escenario en el que lo inimaginable se ha vuelto
casi real, ya hay quien ha propuesto cómo debería ser esa complicada
salida. La consultora británica Capital Economics ganaba el mes pasado
el premio Wolfson de Economía con el ensayo Leaving the euro: A
practical guide (Abandonando el euro: una guía práctica). En él se traza
esa hoja de ruta del abandono que, la verdad, asusta.
Los autores proponen que los países que abandonen la moneda única
introduzcan una nueva divisa que tenga paridad 1-1 con el euro desde el
primer día de la salida y que todos los salarios, precios, préstamos y
depósitos se vuelvan a denominar con relación a esa proporción. Además,
los billetes y monedas en euros seguirían usándose para pequeñas
transacciones durante no más de seis meses. El país que deje la eurozona
tendría que anunciar inmediatamente un plan de control de la inflación
supervisado por una institución independiente, prohibir la indexación de
los salarios y emitir bonos ligados a la inflación. Y para evitar fugas
de fondos, tras el anuncio, los mercados de capitales estarían
cerrados. Corralito a la europea. Toda esta guía práctica está pensada
en principio para Grecia. ¿Y España? “Son válidos los mismos
argumentos”, confirma Jonatham Loynes, economista jefe para Europa de
Capital Economics y uno de los autores del estudio.
Así que en el caso del hipotético corralito español, la música suena
de esta forma. “El Tratado de Lisboa permite restringir la libre
circulación de capitales por motivos, por ejemplo, de orden público. Por
lo tanto, si se llega a esta situación —algo que no creo posible— se
establecería un control de cambios para evitar la salida de dinero. Esta
normativa podría aplicarse antes, incluso, de que España dejará el
euro. Algo en lo que tampoco creo”, desgrana Íñigo Berricano, managing
director del bufete Linklaters.
¿Y al otro lado del Atlántico? La onda sísmica de preocupación llegó
hace tiempo a los grandes bancos de Wall Street. Firmas como JP Morgan
Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Citigroup o Bank of America se
están cubriendo las espaldas frente a una posible ruptura del euro
renegociando los contratos que tienen con sus clientes europeos, y a la
vez usando seguros de impagos, como los credit default swaps (CDS), para
reducir su exposición a los países con mayores dificultades.
Entre bastidores, hay un esfuerzo para evitar que si España o Grecia
salen del euro estos bancos no reciban sus créditos en pesetas o dracmas
devaluados. Por ahora, su exposición a Irlanda, Italia, Portugal,
Grecia y España oscila, según cifras recopiladas por el Financial Times,
entre los 5.400 millones de dólares (4.400 millones de euros) de Morgan
Stanley y los 20.000 millones de dólares de JP Morgan Chase. “Unas
cifras limitadas, que demuestran la gran velocidad a la que han limpiado
sus balances de deuda periférica”, apunta el director de un banco suizo
con sede en España. Desde luego, “nadie quiere recibir pagos en una
moneda devaluada, porque eso es perder dinero”, ahonda Soledad Pellón,
analista de IG Markets.
Al final, como señala Douglas J. Elliott, exvicepresidente de JP
Morgan, hay tres escenarios con sus probabilidades en toda esta
pesadilla. Una “resolución gradual de los problemas (10% de
probabilidades), que las cosas vayan peor antes de mejorar (65%) y que
todo se desmorone (25%)”. En caso de colapso absoluto, “Grecia podría
verse forzada por las circunstancias a salir de euro y es probable que
también otros países. Europa caería en una profunda recesión, EE UU en
una suave y el crecimiento de naciones como China se frenaría
considerablemente. El único ganador real, si todo esto sucede con la
suficiente rapidez, puede ser el candidato republicano Mitt Romney, a
quien una economía estadounidense hundiéndose podría darle la Casa
Blanca”.
Nervios en Wall Street
Sandro Pozzi
Wall Street ve la eventualidad de España o de Italia saliendo del
euro como algo remoto. Otra cosa distinta es que alguno de los dos tenga
que acabar solicitando un rescate, como hicieron Portugal e Irlanda.
Pero en el caso de Grecia hay dos bandos claros. En un lado está
Citigroup, que habla ya de un 90% de posibilidad de que eso suceda el
año próximo. En el otro está Goldman Sachs, que lo considera fuera de
lugar y apuesta por un repunte de la moneda europea.
Las elecciones griegas en junio fueron una especie de banco de
pruebas para afinar los planes de contingencia de los grandes titanes
del sector financiero. Se crearon equipos especiales en las oficinas en
Nueva York, Londres y otras capitales europeas para responder a tiempo y
no cometer los errores que se sucedieron durante el colapso de Lehman
Brothers.
Pase lo que pase con Grecia, lo cierto es que los grandes bancos de
EE UU llevan dos años tomando medidas para hacer frente a la
inestabilidad en Europa y limitando sus posiciones. De hecho, parte de
la debilidad del euro se debe a que las empresas que operan en la zona
estarían cambiando parte de sus activos en euros a dólares como parte de
sus planes de contingencia.
Que una economía pequeña como Grecia acabe abandonando el euro es
motivo suficiente para poner nerviosos a los operadores de Wall Street y
sus clientes. Se trata de un problema financiero y también legal a la
hora de lidiar con el cambio de divisa en los contratos existentes, como
señalan desde Allianz. Es lo que trata de anticipar Procter &
Gamble, una de las empresas que ha anunciado públicamente sus medidas.
JPMorgan Chase, el mayor banco por activos de EE UU, es la primera
gran entidad en hablar de planes de contingencia para los bonos de
cualquier país del euro, para así evitar problemas adicionales. Sus
responsables en Londres explican que “la probabilidad de que un miembro
abandone el euro ya no es cero”, y por eso cree que deben establecer un
protocolo que sirva de guía. Esta acción se basa en una encuesta interna
según la cual el 30% de sus clientes cree que Grecia saldrá del euro
este año y un 5% predice incluso que podría ser el caso también de una
economía grande el que viene. “Si sucediera”, indican en la entidad,
“tenemos que estar listos para segregar los activos, ponerlos en
diferentes cuentas e identificarlos en el menor tiempo posible”.
Hay bastante resistencia por lo general a la hora de hablar en
público de planes de contingencia ante el dilema que plantea la ruptura
del euro, sobre lo que se hará si se suspende la cotización de un valor o
de un bono, sobre las medidas de emergencia que se adopten o los
controles en el flujo de los capitales. Y lo mismo que vale para los
bancos, vale para los gestores de fondos.
El sector financiero suele afrontar este tipo de situaciones con más
margen de tiempo, porque son los propios reguladores, como la Reserva
Federal, quienes les obligan a planificar. Las empresas van más
retrasadas. Las consultoras Ernst & Young y KPGM creen que se está
abordando la cuestión de una manera muy superficial, y están por eso
celebrando seminarios.
En cualquier caso, escribir ya el obituario del euro, como coinciden
desde Goldman Sachs y JPMorgan, es prematuro. Y dan una explicación
técnica para apoyar su idea: nada de lo que está sucediendo en el
mercado de capitales es suficiente para llegar al punto de no retorno y
puede resolverse fácilmente. Es su manera de decir que el Banco Central
Europeo cuenta con margen para zanjar la cuestión.
http://economia.elpais.com/economia/2012/08/10/actualidad/1344624463_036809.html
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